Atlántico infinito, tú que mi canto ordenas
Cada vez que mis pasos me llevan a tu parte
Siento que nueva sangre palpita por mis venas
Y, a la vez que mi cuerpo, cobra salud mi arte
El alma temblorosa se anega en tu corriente
Con ímpetu ferviente
Henchidos los pulmones de tus brisas saladas
Y a plenitud de boca
Un luchador te grita ¡Padre! desde una roca
De estas maravillosas Islas Afortunadas