Fue en un pueblo con mar
una noche después de un concierto.
Tú reinabas detrás
de la barra del único
bar que vimos abierto
Cántame una canción al oído
y te pongo un cubata
Con una condición:
que me dejes abierto el
balcón de tus ojos de gata...
Loco por conocer los
secretos de tu dormitorio,
esa noche canté al piano del
amanecer todo mi repertorio.
Los clientes del bar, uno a
uno, se fueron marchando.
Tú saliste a cerrar, yo me dije:
"cuidado, chaval, te estás enamorando".
Luego todo pasó, de repente,
tu dedo en mi espalda
dibujó un corazón
y mi mano le correspondió
debajo de tu falda
Caminito al hostal nos
besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo
y tú no querías dormir sola...
Y nos dieron las diez y las once,
las doce y la una, y las dos y las tres,
y desnudos al anochecer
nos encontró la luna...
Nos dijimos: "adiós, ojalá
que volvamos a vernos".
El verano acabó,
el otoño duró lo que tarda
en llegar el invierno,
y a tu pueblo el azar otra vez
el verano siguiente
me llevó y al final del
concierto me puse a buscar
tu cara entre la gente...
Y no hallé quien de ti me
dijera ni media palabra,
parecía como si
me quisiera gastar el
destino una broma macabra.
No había nadie detrás de
la barra del otro verano,
y en lugar de tu bar
me encontré una sucursal del
banco Hispano Americano.
Tu memoria vengué a pedradas
contra los cristales.
"Sé que no lo soñé",
protestaba mientras me
esposaban los municipales.
En mi declaración alegué
que llevaba tres copas
y empecé esta canción
en el cuarto donde aquella
vez te quitaba la ropa...
Y nos dieron las diez y las once,
las doce y la una, y las dos y las tres,
y desnudos al anochecer
nos encontró la luna...
Y nos dieron las diez y las once,
las doce y la una, y las dos y las tres,
y desnudos al anochecer
nos encontró la luna...