Ya no es un ruego.
Se ha vuelto una plegaria que acepta casi la traición,
aun cuando en el fondo va llena de ternura.
Piensa en mí cuando beses.
Si tienes un hondo penal, piensa en mí.
Si tienes ganas anterior, piensa en mí.
Ya ves que venero tu imagen divina.
Tu párvula boca que siendo tan niña me enseñó a besar.
Si tienes un hondo penal, piensa en mí.
Si tienes ganas de llorar, piensa en mí.
Ya ves que venero tu imagen divina.
Tu párvula boca que siendo tan niña me enseñó a besar.
Piensa en mí cuando beses.
Cuando llores, también piensa en mí.
Cuando quieras quitarme la vida, no la quiero para nada.
Para nada me sirve sin ti.
Piensa en mí cuando beses.
Cuando llores, también piensa en mí.
Cuando quieras quitarme la vida, no la quiero para nada.
Para nada me sirve sin ti.