Estero de buena vista, te veo lo mismo que ayer, por este sendero viejo del cubarro a leche y miel, ando trochando recuerdos que me laten en la sien, buscando por este llano retoño de mi laurel.

En las aguas del rosario puse el caballo a beber.

Ay, mire hacia los trompillos, piel manirita laquel, que en los rebalses de agosto, su fruto noble y sabroso me sirvió para comer, cuando es matona vestida junto a mi hermano Manuel.

Hoy que te veo solitario siento deseos de correr

Por este plan de sabana, como corría en mi corcel, un rucio garza morena, caballo de raza buena, mas nunca lo volví a ver, me dijeron que había muerto cuando pregunté por él.

ya no inmenso, ya no, de mi poesía y mi vida.

Que mi canto y mi alma se queden enredados por siempre en las venas de palmas.

que impregne tus caminos y peine tus pajonales como la brisa en el verano.

Vecindario, vecindario, mi querido leche miel, yo nunca olvido esos bailes que ponían donde Miguel, donde Silvino y Emilio, riñas de gallo también.

Enamorado y cantando me bebía el amanecer.

Te escucho truenos lejanos que se van en un tropel.

Llegaron las vagas de agua porque dejó de llover.

Se fueron los vendavales y hasta los caporunales comienzan a decaer.

Humo, barro y terronales por mi llanura se ven.

Con lo recio del verano, la vaca vieja me reí.

Murió atollada en un pozo, cerquita del terraplén, ya se me enflacó el caballo, tengo la esperanza en mayo que venga a reverdecer, para que no se me sequen los retoños de laurel.